
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, está bajo una presión creciente.
Su “operación militar especial” no está saliendo según lo planeado. Como resultado de la contraofensiva ucraniana, Rusia ha perdido territorio que había ocupado.
Al mismo tiempo, regiones rusas en la frontera con Ucrania son objeto de continuos ataques aéreos.
Además, el anuncio del Kremlin, el mes pasado, de una “movilización parcial” de reservistas generó una gran alarma en la sociedad rusa.
El anuncio de la ley marcial ocurre después de que funcionarios rusos advirtieran sobre un inminente ataque ucraniano en la ciudad clave de Jersón, en el sur de Ucrania.
El miércoles decenas de miles de personas comenzaron a ser evacuadas fuera de la región sureña de Jersón.
El líder local instalado por Rusia, Vladimir Saldo, indicó que entre 50.000 y 60.000 civiles saldrían de cuatro pueblos en la orilla occidental del río Dnipro en un “desplazamiento gradual y organizado”.
Jersón fue la primera ciudad importante que cayó en manos de las fuerzas rusas cuando invadieron Ucrania en febrero.
Sin embargo, en solo unas pocas semanas, el ejército ucraniano recuperó territorio en el norte de la región y avanzó hasta 30 km al sur a lo largo del Dnipro, amenazando con atrapar a las tropas rusas.